La guerra es uno de los escenarios favoritos donde la humanidad deja ver su lado más oscuro, mas violento, mas inhumano, pero siempre es el ejemplo de los lideres lo que se impone. Si los jefes militares son crueles y despiadados los soldados lo serán aun más, si el jefe militar es empático y solidario, pocos oficiales o soldados pueden no serlo.
Ningún otro general en la historia del siglo xx ha logrado imponer su personalidad al grado de convertirse en la figura de inspiración y orgullo de sus subordinados, Erwin Johannes Rommel, soldado y caballero, que luchó contra la destrucción de la guerra, incluso sus enemigos más acérrimos lo respetaban y aprendían de él.
Ingresó en el ejercito alemán cuando apenas tenía 19 años, en el fondo siempre manifestó un intensa duda por la carrera militar "Uno no debe juzgar a todo el mundo por sus cualidades como soldado: de otro modo, no tendríamos civilización". Fue instructor temporal de las Juventudes Hitlerianas donde se opuso a militarizarlos, argumentando que debía forjar el carácter de los jóvenes con valores en vez de habilidades militares, por lo que fue despedido. Rommel nunca fue parte del partido nazi.

En 1940 asumió el mando de la 7ª División Panzer, la División Fantasma donde llevó al extremo la táctica de la Blitzkrieg mientras dirigía a sus hombres desde el primer tanque de la primera línea, asumiendo numerosos riesgos y estando varias veces a punto de morir en combate.
En 1942, era conocido cómo el Zorro del Desierto, al frente de las Afrikakorps. Entre amigos y enemigos se volvió famoso por sus tácticas militares, los ingleses lo llamaban el Último Caballero Alemán, al llevar a cabo la contradictoria máxima de "Krieg ohne Hass", Guerra sin Odio.
Ante la inminente derrota alemana, numerosos políticos y militares lo buscaron desesperadamente para que se convirtiera en la figura que se opusiera al nazismo en Alemania; su carisma y fama podrían contrarrestar a cualquier lugarteniente de Hitler y su rango y prestigio militar podría unir bajo su mando al ejército alemán.
Finalmente fue sospechoso de ser parte de un complot contra Hitler y obligado a suicidarse el 14 de octubre de 1944 para evitar represalias a su familia y su estado mayor. 
Al terminar la guerra Rommel fue el único Mariscal del Tercer Reich que no fue acusado de crímenes de guerra.

"Un verdadero jefe militar debe liberarse de métodos rutinarios, demostrar una rápida comprensión de toda novedad y adaptarse a los hechos conforme se produzcan. Si es necesario, ha de saber cambiar toda la estructura de sus ideas cuando las circunstancias lo requieran.”

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mujeres Trans en Deportes de Alto Rendimiento

El Infierno llamado Palestina